miércoles, 10 de diciembre de 2008

Crónica

Por los rincones del barrio Bellavista

No es necesario vivir en este sector de Santiago para darse cuenta de las exclusivas variedades que abundan en sus calles. Desde comidas típicas y atípicas hasta música para todos los gustos, demostraciones artísticas, recuerdos de infancia, y más de algún secreto de quienes gozaron de ese antiguo barrio residencial. Hoy es reconocido como el área económica de la aglomeración de la bohemia capitalina.

El desarrollo del barrio Bellavista comenzó durante la época colonial, donde el sector era conocido como el barrio La Chimba (del quechua Chimpá, que significa “al otro lado”). Era un sector de familias pobres, que vivían en los faldeos del cerro San Cristóbal, y se dedicaban al cultivo de viñas y otros menesteres agrícolas. Así como fue un territorio de residencia y trabajo, también lo fue de descanso: eso, por su carácter aislado, le otorgaba una tranquilidad inusual en la capital.

A fines del siglo XIX sus cualidades como la belleza natural, la privilegiada cercanía a la ciudad y los bajos precios del suelo, lo convirtieron en un lugar adecuado para la construcción del primer conjunto de viviendas obreras de Chile, llamado Población León XIII. Un hito importante dentro de ésta es la construcción de la Iglesia Epifanía del Señor para la celebración del 25º aniversario de la Institución León XIII, en 1916. Declarada como monumento histórico, esta iglesia es uno de los tantos monumentos que conserva el barrio, los cuales deben convivir con diversos locales como restaurantes, teatros, galerías de arte, bares populares, y el Parque Metropolitano.

Su arteria principal es la calle Pío Nono, la cual divide al barrio en dos comunas, Providencia al oriente y Recoleta al poniente. Esta calle fue completamente remodelada, y luego inaugurada el domingo 24 de agosto, gracias al Programa Concursable de Espacios Públicos del MINVU, donde participaron las juntas de vecinos de ambos municipios. La remodelación implicó la instalación de jardineras, arborización, mejoramiento de la iluminación, reparación de las calzadas (que incluye una ciclovía), la eliminación de los estacionamientos en la superficie y la ampliación de las veredas. Esta última modificación es para que los locatarios puedan instalar con mayor facilidad mesas afuera de restaurantes y pubs, y generar así, un mejoramiento en la calidad del servicio y mayor capacidad de público. Así, quienes deseen fumar mientras se toman una cerveza, pueden hacerlo sin incomodar a nadie.


Lamentablemente, esto de salir a la vereda no dejó contentos a todos. Augusto Ithal, quien hace 29 años se dedica a la cerrajería y tiene un local en Dardignac 072. “Con todo esto de la remodelación tuve que arrendar este nuevo local. Antes tenía un puesto en la esquina de Pío Nono con Dardignac, justo donde ahora hay una mesa del restaurante ‘Don Armandito’”, recuerda con nostalgia Augusto, quien llegó al barrio en el 1980. “El barrio ha cambiado en un cien por ciento”, continúa. “Antes era totalmente residencial, y era común ver a los vecinos salir con sillas a sentarse en las veredas y conversar hasta altas horas de la madrugada. En ese tiempo existían sólo tres restaurantes, ya que era muy difícil instalar ese tipo de cosas, debido a los reclamos de los vecinos por la bulla. Sin embargo, de a poco fueron surgiendo bares y restaurantes, y la gente comenzó a vender sus casas debido a la alta demanda que éstos implicaban. El barrio perdió la tranquilidad que tenía antes”. Es por esta última razón que Augusto Ithal, ya no vive en el barrio Bellavista. Vendió su casa y ahora sólo se dirige al sector a trabajar.

Esa misma decisión la han tomado muchos de los antiguos vecinos del barrio. Sin embargo, aún existen “cités” y edificios, donde habitan personas de entre 25 y 45 años. “Las personas que viven en este edificio, sólo llegan a dormir. Salen todo el día a trabajar, no hay niños, y pocas veces se les ve conversando entre vecinos. Nunca presentan quejas por los ruidos del barrio, ya que saben lo que compraron y en las condiciones que iban a vivir”, afirma Claudio Sepúlveda quien hace seis años trabaja como conserje en el edificio ubicado en Ernesto Pinto Lagarrigue 247.

A pesar del rotundo cambio que ha sufrido el barrio Bellavista en los últimos diez años, por la comuna de Recoleta funciona la Junta de Vecinos Nº 35, la cual ha motivado al alcalde Gonzalo Cornejo para el mejoramiento del barrio. Uno de los locales favorecidos por esta iniciativa, y que llama mucho la atención, es el almacén “El Carmen”, ubicado hace 40 años en Dardignac 39, esquina Ernesto Pinto Lagarrigue, el cual fue pintado de color verde y figuras en forma de enredaderas blancas y rojas. “La junta de Vecinos funciona muy bien, hacen reuniones constantemente e informan de los proyectos que están en conversaciones con el Municipio. De hecho, ahora hay un proyecto para que el barrio Bellavista se una a la comuna de Providencia hasta calle Loreto, para que así, éste pueda ser nombrado patrimonio cultural”, señala con entusiasmo Carmen Farias, quien hace 10 años trabaja atendiendo el almacén, y concuerda con Augusto Ithal, afirmando que el barrio ha cambiado cien por ciento. “Antes el barrio era residencial,­­ uno podía estar hasta las tres de la mañana en la calle, los niños jugaban y todo bien”, recuerda Carmen. “En cambio ahora llega una hora y todos pa’ dentro. El barrio se ha puesto más bohemio, y anda mucho punkie, mucho volado, mucho borracho, y se arman peleas; entonces por seguridad es mejor quedarse en casa”, agrega. A diferencia de Augusto, ella sigue viviendo en el barrio, en una de las casas del cité de calle Dardignac.

La seguridad del barrio es uno de los temas que promete mejorar el alcalde Cornejo, antes del término de su mandato. Y, aunque ha decidido no competir por la reelección contra la candidata de la DC, Francisca Saldívar, en el barrio Bellavista no se ve competencia alguna. En las calles, no hay afiches de propaganda ni de la Alianza ni de la Concertación y los vecinos no están al tanto de quienes son las opciones para las elecciones del próximo mes.

Este famoso barrio Bellavista tiene dos caras. La primera, la cara cultural de día, donde se ve a muchos chilenos y extranjeros recorrer las calles, entrar a las tiendas de lapislázuli y a las de ropa alternativa. También a los museos y los centros culturales, y pasar a comer en algún centro gastronómico internacional, o a alguna picada, para bolsillos más humildes. La otra cara, es la del barrio Bellavista de noche. Donde abundan el alcohol y las drogas, donde la euforia por el baile, la música fuerte, y la multitud de gente que llega desde todas partes de la ciudad; han convertido al barrio en una zona de delincuencia, y peligro para los jóvenes que lo frecuentan. Sin embargo, esto no parece importarles a los amantes del carrete, ya que –después de dos “piscolitas", todo es buena onda– confiesa Joaquín Arancibia, de 20 años, mientras bebe con sus amigos en una de las mesas ubicadas en el frontis de la discotheque “Tutu-Tanga”, en Pío Nono, pasada la media noche.

Esta es la principal calle de este sorprendente barrio, y el escritor Roberto Merino en su libro “Santiago de memoria”, declara: Esta calle estratégica sigue dominando el implacable trasnoche del barrio Bellavista, que a pesar de los agoreros está más despierto que nunca. La artesanía, la gastronomía y las febrículas del baile se enredan aquí cada fin de semana en jornadas de extenuante diversión.

¿Qué es lo que más te atrae del barrio?