miércoles, 10 de diciembre de 2008

Perfil

Tras una caja registradora

Una persona que no es famosa, ni ha salido jamás en televisión, es casi increíble que a sus 68 años sea tan querida y reconocida entre sus vecinos del barrio Bellavista, quienes la han catalogado como una buena persona y muy trabajadora. Más conocida como la señora “Tina”, entre los clientes del restaurante la definen como una persona amable, cordial, respetuosa e inteligente.



Son las once de la mañana y en el Retaurant “Venecia”, uno de los más antiguos del barrio Bellavista, abierto en 1913, comienza la atención al público. Está ubicado en Pío Nono #200. Este año se ha visto afectado por las remodelaciones de la calle; en el lugar que estaba disponible para que sus clientes pudiesen estacionar, ahora hay una ciclovía y, por ende, ya no está permitido. Tampoco hay lugares de estacionamiento cerca del local y, por lo que comenta uno de los meseros más jóvenes, “en el ‘Venecia’ han bajado las ganancias debido a la remodelación. Esto, a la señora ‘Tina’ la tiene muy disgustada”.

Clementina Gutiérrez, cariñosamente apodada por sus vecinos y clientes como la señora “Tina”, es la dueña del restaurante “Venecia”. Nació en 1940 en casa de su madre ubicada en Fernando Márquez de la Plata, barrio Bellavista. “En esos años, eran las matronas quienes iban a la casa de las embarazadas a ayudarlas en el parto”, afirma Eduardo Escalona, mesero del “Venecia” hace 22 años. “La señora ‘Tina’ ha sido siempre una mujer muy trabajadora y, junto a su hijo, se han hecho cargo de este local”, agrega.

Son las dos de la tarde y el “Venecia” está lleno. De pelo blanco, chaqueta de vestir morada, lentes ópticos antiguos, y muy bien maquillada; a sus 68 años la señora ‘Tina’ está sentada frente a la caja registradora y no se toma ni un minuto de descanso. Recibe las boletas con los pedidos de todas las mesas, las ordena, y luego indica a las cocineras lo que deben servir. Del mismo modo, espera la señal de algún mesero que le indique la solicitud de la cuenta de alguna de las mesas, y en cuestión de segundos tiene lista la boleta y, si es necesario, el vuelto.

Sin embargo, al salir del colegio María Auxiliadora, ubicado en la comuna de Estación Central, a Clementina Gutiérrez no le fue bien en el Bachillerato, por lo que nunca pudo ingresar a estudiar una carrera universitaria, y optó por entrar a trabajar como secretaria en el Partido Liberal.

En 1973, la muerte de su amigo Pablo Neruda, sin duda la marcó para siempre. “A ella no le gusta hablar del tema. Se nota que la muerte del poeta le afectó mucho”, comenta Eduardo Escalona. “La única vez que me contó algo de él, fue que el poeta venía a almorzar todos los días al ‘Venecia’ y se sentaba siempre en la misma mesa. En ese tiempo, la señora no trabajaba aquí, pero cuando venía y se encontraba con el poeta, podían estar hasta tarde conversando. Incluso, su único hijo salía a andar en bicicleta con Neruda”, agrega el mesero mientras limpia una de las mesas que se acaba de desocupar.


Fue en 1975 cuando Clementina decidió hacerse cargo de la administración del restaurante que su padre le había dejado como herencia. Entonces, su hijo tenía 15 años, y por petición de él, la señora “Tina” mandó a colocar una placa grabada que dice: “Esta es la mesa de Pablo Neruda”, y colocarla en la pared contigua a la mesa que el poeta frecuentaba. Asimismo, en las paredes del restaurante hay colgados varias fotos enmarcadas del artista.


>>Edificio donde vive Clementina.

A las cuatro de la tarde, en el “Venecia” las cosas se tranquilizan. Sólo dos mesas están ocupadas y los meseros aprovechan el momento para almorzar. Asimismo lo hace la señora “Tina”, quien se sienta en la “mesa de Pablo Neruda” a comer un plato caliente de garbanzos. Mientras almuerza, aprovecha de leer la revista “Vanidades” que compra en el kiosco de la esquina. “También compra los diarios El Mercurio y La Tercera”, comenta Antonio Cancino, quien atiende el kiosco ubicado en Antonia López de Bello, llegando a Pío Nono. “Cuando la señora ‘Tina’ viene aquí no hay problemas. Siempre hemos tenido buena comunicación. Como ella tiene un negocio, tiene que ser cordial y amable con las personas”, agrega Cancino.

Y así es. Muchos de los clientes que llegan al “Venecia” se acercan a saludarla antes de sentarse. “La señora ‘Tina’ es un siete. Siempre te recibe con su mejor cara y entusiasmo”, afirma uno de los clientes, Sergio Cárdenas, antes de retirarse del restaurante. Sin embargo, recalca que para él “es muy difícil venir ahora que no hay estacionamientos cerca. Antes venía los fines de semana con mi familia, pero ahora, cuando puedo arrancarme del trabajo, tomo el metro y me vengo para acá a almorzar.”

El ser amable y cordial, además de ser la dueña de unos de los restaurantes más antiguos del barrio Bellavista, le ha servido a la señora “Tina” para conocer a varios personajes famosos, entre ellos, además de Pablo Neruda, el también poeta Camilo Mori, y los actores Juan Pablo Sáez, Paulina Urrutia y Sergio Lagos.

“Cuando Patricio Aylwin fue nombrado Presidente de la República, en 1990, aquí se hizo una cena de celebración con todos los miembros de su gabinete”, recuerda el mesero Eduardo Escalona. “La señora ‘Tina’ fue la encargada de preparar todo y estaba muy nerviosa ese día. Quería que todo saliera perfecto y así fue”, agrega.



Pero no todo es trabajo en la vida de Clementina Gutiérrez. En sus momentos libres, aprovecha de ir al cementerio a recordar a sus familiares y amigos; o visita la sede de la junta de vecinos N°35 de Recoleta para ponerse al día en las campañas de “Ciudad Viva” y en las propuestas que hay con respecto al barrio Bellavista. “Ella siempre está atenta a todo lo que se haga o quiera hacer en su querido barrio. Participa activamente de la junta de vecinos, y siempre está proponiendo cosas”, comenta José Manuel Muñoz, dueño de la botillería “La Maca” ubicada en Pío Nono #182. “Es muy colaboradora entre los vecinos y siempre anda preocupada de que los vecinos estemos bien y sin problemas”, agrega Muñoz.

Son las once de la noche y en el restaurante “Venecia” ya comienzan a ordenar y limpiar las mesas para comenzar a cerrar. La señora “Tina” sigue sentada frente a la caja registradora y, con una calculadora antigua y grande en la mano, saca las cuentas de las ganancias del día. Al terminar, ordena las boletas y cierra la caja, mientras bebe un café cortado que una de las cocineras, previamente le había servido.

A las doce en punto el “Venecia” cierra sus puertas y los meseros y cocineras se despiden cordialmente de la dueña del local. “Hasta mañana señora ‘Tina’. Que descanse”, le dice el mesero Eduardo Escalona mientras sale del restaurante.

Doce y media y Clementina Gutiérrez, luego de haber apagado las luces, poner la alarma y cerrar el restaurante; se dirige a su departamento ubicado, en el edificio que está situado en el segundo piso de la botillería “La Maca”. Antes de subir, pasa por la botillería a comprar una Coca-Cola de dos litros y conversar con José Manuel Muñoz, el dueño. “Siempre me trae los envases al otro día cuando se va a trabajar, ella es una persona de confianza y muy cumplidora”, afirma el comerciante.

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